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‘Una señal, no un ataque’: la limitada ofensiva de Israel a Irán fue más un mensaje

Durante más de una década, Israel ha ensayado, una y otra vez, campañas de bombardeos y ataques con misiles que acabarían con la capacidad de producción nuclear de Irán que, en gran medida, se encuentra localizada en torno a la ciudad de Isfahán y el complejo de enriquecimiento nuclear de Natanz, 120 kilómetros al norte.

Eso no fue lo que el gabinete de guerra del primer ministro Benjamín Netanyahu decidió hacer en las horas previas al amanecer del viernes, y en las entrevistas, analistas y expertos nucleares dijeron que la decisión era reveladora.

También lo fue el silencio que siguió. Israel no dijo casi nada sobre el ataque limitado, que parece que ocasionó pocos daños en Irán. Funcionarios estadounidenses señalaron que la decisión iraní de restarle importancia a las explosiones en Isfahán —y las sugerencias de funcionarios iraníes de que Israel podría no haber sido responsable— fue un claro esfuerzo de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica para evitar otra ronda de escalada.

En la Casa Blanca, los funcionarios le pidieron al Pentágono, al Departamento de Estado y a las agencias de inteligencia que guardaran silencio sobre la operación, con la esperanza de facilitar los esfuerzos de Irán para calmar las tensiones en la región.

Pero, en las entrevistas, los funcionarios no tardaron en añadir que les preocupaba que las relaciones entre Israel e Irán estuvieran en una situación muy distinta a la tenían hace tan solo una semana. El tabú contra los ataques directos en el territorio del otro país había desaparecido. Si se produce otra acción —un conflicto por los avances nucleares de Irán, u otro ataque de Israel contra oficiales militares iraníes— ambos países podrían sentir más libertad para lanzar ataques directos.

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